La directora de asuntos globales de Amnistía Internacional, Audrey Gaughran, autora de un exhaustivo informe sobre el desastre medioambiental en el Golfo de Guinea, describió así la situación ya hace un año: "Quienes habitan el delta del Níger tienen que beber, cocinar y lavarse con agua contaminada. Comen pescado contaminado con petróleo y otras toxinas, si es que consiguen encontrar todavía bancos de pesca. La tierra que cultivan se está degradando. Tras los vertidos de petróleo, el aire que respiran huele a petróleo, gas y otros agentes contaminantes. La gente se queja de problemas respiratorios y lesiones en la piel y, sin embargo, ni el Gobierno ni las petroleras vigilan los efectos de la contaminación del petróleo en los seres humanos.
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